
Hace 33.000 años, los humanos descubrieron esta cueva y dejaron aquí las huellas de su paso. Una sucesión de civilizaciones prehistóricas grabaron, pintaron y dibujaron cientos de obras: manos humanas, signos y motivos abstractos, animales marinos y terrestres. Gracias a ellos, sabemos que caballos, bisontes, uros, íbices, ciervos, focas, pingüinos y cetáceos vivían entonces en Marsella.
La cueva fue abandonada hace 19.000 años. El clima se calentó gradualmente y la subida de las aguas selló su entrada hace 10.000 años. Parte de la cueva se inundó y se perdió para siempre, pero el mar también protegió las obras restantes.
Esta cueva se encuentra en el corazón del Parque Nacional de las Calanques, bajo el Cap Morgiou, un lugar muy conocido por los excursionistas. Lleva el nombre de su descubridor, Henri Cosquer, quien reveló su hallazgo al mundo en 1991.









