Escritores con profundas raíces en la ciudad de Marsella
Marsella ha sido cuna de escritores y poetas que han sabido captar su alma y plasmar su riqueza. Edmond Rostand, nacido en la ciudad en 1868, sigue siendo famoso por su obra maestra Cyrano de Bergerac, cuyo brío y generosidad recuerdan el espíritu meridional. El poeta André Suarès, también marsellés, celebró la ciudad en sus escritos, describiéndola como un teatro vivo donde se entrecruzan la violencia y la belleza. Marcel Pagnol, nacido en Aubagne y criado en Marsella, está profundamente ligado a la Provenza y a la ciudad de Marsella, inmortalizando sus paisajes, colinas y habitantes en sus novelas, obras autobiográficas, obras de teatro y películas. Otro autor que creció en Marsella es Jean-Claude Izzo, figura destacada de la novela negra, que dio a la ciudad un lugar único en la literatura contemporánea con su trilogía Total Khéops, que ofrece una mirada tierna y lúcida sobre la ciudad.
Otros grandes escritores han visto en Marsella una musa indomable, ardiente e inspiradora. Antonin Artaud, poeta y dramaturgo, permaneció en Marsella en varias ocasiones y terminó allí su vida, dejando tras de sí una obra incandescente, atormentada e inclasificable. Albert Cohen también pasó parte de su infancia a la luz del Mediterráneo, y la ciudad ocupa un lugar especial en su obra Belle du Seigneur. René Frégni, escritor contemporáneo, plasmó en sus novelas la aspereza y la ternura de Marsella y sus márgenes, mientras que Blaise Cendrars, que estaba de paso, evocó en sus poemas y relatos la fiebre de su puerto y la diversidad de sus habitantes.
A través de estas voces, Marsella aparece a su vez luminosa, atormentada, popular y universal. Todos estos escritores, de cerca y de lejos, encontraron en las aguas del Lacydon una fuente inagotable de inspiración y contribuyeron a forjar un imaginario literario que sigue fascinándonos hasta nuestros días.
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